Para empezar, debo decir que es fácil tener expectativas de lugares como Macbupicchu, la montaña de los siete colores, las cataratas de Iguazú, la Patagonia y otros maravillosos sitios de Suramérica. Pero, cuando hablamos o leemos sobre Bolivia, creo que es poca la información, más bien limitada a un lugar imperdible “el salar de Uyuni”. A continuación, una crónica de mi travesía por los Andes bolivianos y por qué debes incluir al país del altiplano en tus próximas vacaciones.

Día 1: Sorprendiéndonos con La Paz.

Nosotros ingresamos a Bolivia por tierra, en un bus que cubría la ruta Puno (Perú) – La Paz. Como habíamos entrado al país Inca a través del aeropuerto de Lima, teníamos que mostrar nuestros boletos de salida del país, así que habíamos comprado por internet el itinerario Puno – La Paz, a 25 USD por persona. Pero, en el terminal nos dimos cuenta que se consiguen hasta el 15 USD si se compra allá mismo. 

Página web para comprar tiquetes de Puno a La Paz: www.CheckMyBus.com Empresa: Transzela, recomendada.

Llegamos a La Paz, y una vez instalados, salimos a dar un paseo por la ciudad, empezamos recorriendo la plaza Murillo y sus alrededores, la catedral metropolitana nuestra señora de la Paz, los edificios de gobierno y algunas calles cercanas. Caminamos hacia la avenida Mariscal y nos dejamos encantar por esa “Bolivia moderna”, con altos edificios y elementos de urbanismo de gran valor. Al anochecer, caminamos 3800 metros, desde la Mariscal hacia el mirador Killi Killi. Un trayecto corto, pero; los más de 3600 msnm hicieron que pareciesen 30 km. Valió la pena aquella caminada, porque desde el mirador, se tiene una maravillosa vista panorámica de la Paz. La noche terminó en una zona de restaurantes contigua a la Avenida 6 de agosto, con una excelente oferta gastronómica.

Panorámica de La Paz

Día 2, más cerca de la luna.

El día dos nos llevó en principio por los mercados populares de la capital boliviana, un lugar donde la esencia cultural del país se ve en cada plano fotográfico por su gente, textiles y alimentos. Luego, nos dirigimos a la estación céntrica de la línea morada del sistema de transporte público aerosuspendido de esta ciudad, donde tomamos boletos y cabina para ir hasta el final de la línea en la ciudad de El Alto, vecina de La Paz.

3 bolivianos ($ 1.750 COP – 0,44 USD cuesta el pasaje en el teleférico de La Paz.

Una vez terminado el recorrido, retornamos hacia una de las estaciones intermedias y tomamos un uber hacia el famoso “valle de la luna”, un parque ubicado al sur de La Paz, con formaciones geológicas producto de miles de años de la erosión causada por el viento, el agua y hasta los sismos. Su nombre, se debe a que el mismísimo Neil Armstrong estuvo de visita en la capital boliviana y al conocer este lugar, ha dicho que se le pareció a la luna.

El ingreso al Valle de la Luna cuesta solo 15 bolivianos ($ 8.730 COP – 2,18 USD) y pueden hacer el recorrido en unas dos horas.

En la noche del día dos, tomamos un autobús desde La Paz, hasta Uyuni, donde empezaríamos la mejor aventura vivida durante la travesía por los Andes.

Pasaje de bus: 90 bolivianos ($52.400 COP – 13 USD). 9 horas de trayecto.

Día 3, la sorpresa blanca.

Al amanecer del día 3, nos encontrábamos en el municipio de Uyuni, localizado a 539 km al sur de La Paz y a una altura promedio de 3676 msnm. Ya teníamos una reserva previa con la agencia UYUNI ANDEAN TRAVEL, Aidé, su anfitriona, es una excelente guía y orientadora, nos recogió en la terminal de buses de Uyuni y nos llevó hasta la oficina de su agencia para que descansáramos un rato antes de empezar el recorrido. Cerca de allí, hay cafeterías donde por el pago de 20 bolivianos, puedes ducharte, también; venden desayunos y bebidas.

Recomendación:

  • Ir a los mercados que están cerca de la plaza y comprar bandana, lentes para el sol, protector solar, provisiones de agua, snacks y lo que consideres para la travesía.
  • Lleven unos 100 bolivianos extras en efectivo, los van a necesitar.

La aventura nuestra empezó en una camioneta 4×4 junto a una pareja de polacos y una chica belga que venía recorriendo américa latina. La primera parada, fue el popular cementerio de trenes a unos 5 minutos del casco urbano de Uyuni. Allí, estuvimos alrededor de una hora. Luego, fuimos al caserío de “colchani” donde hay toda una experiencia sobre la extracción y procesamiento de la sal para venta en diferentes productos, uso de cocina y demás, hay artesanías y souvenirs para el disfrute de quienes gusten. La parada en este lugar fue de solo 30 minutos y continuamos hacia “los ojos del salar”, unos pozos de agua en medio de la nada y que están visibles en temporada seca, creo que, desde ahí, empezó mi mayor experiencia de asombro. El panorama era increíblemente blanco, pese a que hacía frío, había una sensación de calidez en el ambiente que nos acompañó hasta el final del día.

A unos 2 km de “los ojos del salar” se encontraba el mítico monumento del Rally Dakar y a unos metros de ahí, la maceta con las banderas de decenas de países, incluido el mío. En el lugar, también se encuentra uno de los hoteles de sal más reconocidos en la zona, allí tomamos el almuerzo y proseguimos con la agenda; Llegar a las entrañas del salar.

Por fin estábamos en medio de la nada, el paisaje blanco solo era interrumpido por las lejanas montañas que surcaban el altiplano y estas, daban paso al cielo azul. Es demasiado importante el uso de bloqueador solar y protector de labios, el viento es demencial y la exposición al sol es total. El reflejo de la luz en la blanca sal, causa molestia en los ojos, por lo que, son útiles y necesarios los lentes. Disfrutamos, saltamos, hicimos decenas de fotografías, las clásicas con la botella de vino, el dinosaurio y muchas más. El guía, fue sumamente paciente y además colaborador con la producción de estas fotografías.

Al rato, llegamos a la isla Incahuasi, un accidente geográfico localizado en el salar y que está lleno de cactus centenarios y milenarios. Más adelante, camino al primer hospedaje, nos detuvimos para apreciar el atardecer, una experiencia energéticamente profunda, necesaria.

Día 4, los andes en su máximo esplendor.

El día cuatro empezó con el desayuno a las 07:00 AM, de ahí, salimos en dirección al sur prácticamente bordeando la frontera con Chile, hicimos una parada en un ferrocarril que tenía una maravillosa vista del altiplano y algunos volcanes, luego continuamos el camino hacia el mirador del volcán “Ollagüe”, uno de los más activos de la región y que incluso, tiene una fumarola visible. El camino es único de principio a fin, tengo la seguridad de jamás haber visto un paisaje igual, ni siquiera parecido.

Más adelante, llegó la laguna cañapa, la primera de cinco cuerpos de agua que veríamos a lo largo de la travesía. Otro lugar para sentirse extasiado, el primero en el que vimos los bellísimos flamencos andinos. Todo un conjunto de maravillas en un solo lugar; la laguna con el azul oscuro de sus aguas, bordeadas de boro, mineral que sobresale y permite un rebote de luz que contrasta con la vegetación de altura, y el sonido de las aves que van y vienen del lugar.

Volcán Ollagüe

La siguiente en la lista fue la laguna hedionda, ese fue el nombre que le dieron, es tanto el olor a azufre y a otros minerales que su olor es como el de una cañería. Pero, el paisaje es tan espectacular, que, en mi caso, ni siquiera noté lo insoportable que pudo ser ese conjunto de fragancias. Más adelante, una parada en el desierto de silosi, realmente no sé en qué punto empezaba el desierto ni en qué punto terminaba, todo en sí, es desértico, un descomunal contraste entre el frío por la altura y el viento y la aridez de todo el ecosistema, se pueden apreciar algunos brotes de vegetal en algunas laderas, donde justamente hay vicuñas pastando en su propio hábitat.

El día aún no terminaba, nos detuvimos en el parque donde se encuentran decenas de formaciones geológicas, como si fuesen esculturas, una de ellas; el famoso árbol de piedra. Todas, esculpidas por los miles de años de viento, agua, sismos y erupciones volcánicas. Nos quedaba llegar a la más espectacular de las lagunas del día; la laguna colorada, pero antes, debíamos hacer el ingreso al Parque Nacional de Fauna Andina Eduardo Abaroa donde debíamos pagar 150 bolivianos (cerca de $ 85.000 COP – 21 USD), paso siguiente, bienvenidos a la laguna colorada…

Flamencos andinos, laguna colorada.

La laguna obtiene su color por sedimentos de minerales y metales del lugar, así como por vegetales (algas) que se dan en su lecho, y van desde rojos a marrones intensos. En ese momento, ya estaba la luna adornando el paisaje, fue exuberante y majestuoso. Antes del ocaso, nos detuvimos en los géiseres, un fenómeno natural que llama la atención de todos, no solo por lo visual sino por el sonido que viene de los hoyos. En ese momento, la altura y el viento nos tenían apabullados, prácticamente estábamos expectantes por el lugar donde dormiríamos, era necesario descansar y recibir algo de calor.

Por fin llegamos al siguiente campamento, un lugar que dista de cualquier aproximación de la expectativa, al lado de una laguna que parecía fundirse con el ocaso, los colores del atardecer se desvanecían en ella mientras el frío inclemente nos permitía contemplarle solo desde el interior del hospedaje.

Géiseres Sol de Mañana, Bolivia

Día 5, hasta pronto, Bolivia.

El último día en Bolivia, nos recibió con el paisaje del desierto “Salvador Dalí”, al igual que el anterior, nunca supe dónde empezaba y dónde terminaba, su nombre; Dalí, se dio porque las montañas que le circundan parecen pinceladas, parece como si fueran el resultado de una intervención artística de gran valor. Al final, y antes de partir hacia la frontera de Chile, nos correspondía cerrar con broche de oro; la laguna verde, una laguna de un color impresionante pero que es tóxica por su alto contenido de plomo, arsénico y otros minerales. El paisaje, es sin dunda uno de los más increíbles que he visto, de ella, parece que brotase el volcán Licancabur, uno de los más explosivos del mundo, de hecho, el paisaje está rodeado de miles de rocas negras que han sido expulsadas por este en los últimos años. Del otro lado del volcán, está Chile.

El tour finalizó del lado boliviano con la vecina laguna blanca, que está al lado de la laguna verde, la primera, vierte agua en la segunda. No queda más por decir, bueno, por escribir, porque por decir, habrá mucho, Bolivia me ha dejado esa sensación de plenitud en lo natural, me deja el sin sabor de no haber programado más tiempo para permanecer allá; ejemplo, iría a Sucre, a Santa Cruz de la Sierra y al complejo arqueológico de Tiwanaco.

 

Datos muy importantes:

Jeffexplora

Viajero, cafetero, fotógrafo y consultor en marketing y comunicación digital.

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